miércoles, 17 de diciembre de 2014

"UMBERTO D." DE VITTORIO DE SICA


               Esta película es la tercera de la trilogía neorrealista del gran director italiano y se estrenó en 1952. Menos conocida que Ladrón de bicicletas y Milagro en Milán, o la que fuera la pieza inaugural de este movimiento cinematográfico de la posguerra, Roma: città aperta de Rosellini (1945). No había tenido nunca oportunidad de verla y me ha emocionado tanto como las otras.

               Cuenta los apuros de un jubilado que intenta vivir en la capital romana con su miserable pensión. El dinero no le alcanza ni para pagar el alquiler de la habitación, de modo que la deuda mensual crece inexorable a la par que la amenaza de desahucio.

                Al protagonista le cuesta creer que esto pueda sucederle a él, después de toda una vida trabajando como funcionario respetado y respetable que siempre ha pagado los impuestos y le resulta inverosímil que puedan echarle a la calle por unos miles de liras de atraso cuando ha abonado el alquiler durante más de treinta años. Lo primero forma parte de la humillación personal de un nuevo sector marginal, lo segundo pertenece a la legalidad de la injusticia que se ha impuesto en el capitalismo. Ambas ataques son lacerantes y ante ellos se encuentra completamente indefenso.

               El guión, en colaboración con Cesare Zavattini y nominado para el Oscar, pone de relieve la situación de los ancianos que son vistos como una carga en una ciudad decadente que todavía se está lamiendo las heridas de la Segunda Guerra Mundial. Y hoy nos conmueve más si cabe porque esta historia individual trasciende más allá de la época, ya que el drama de los desahucios y el llegar a fin de mes de los jubilados que cobran míseras pensiones, o de los que no perciben nada, está de nuevo a la orden del día y se ha agravado aún más con la actual crisis en los países occidentales. Nos hablan cada vez más de las pensiones como una deuda social difícil de pagar, al tiempo que airean el falso paralelismo juventud-innovación, vejez-decrepitud.

               La cámara de Vittorio De Sica fotografía la perplejidad de este hombre ante el desamparo social mientras mantiene su higiene, su compostura y aspecto elegante en medio de la miseria. Nos emociona cuando tiene que desprenderse de sus mejores libros y malvender su reloj de marca para intentar solventar el pago. Le acompañamos por los ajados escenarios imperiales cuando acude a los comedores colectivos de los pobres y nos compadecemos por esa vergüenza que duele cuando se atreve a pedirle dinero a un conocido que le rehuye y más cuando no se arriesga a pedírselo a un buen amigo, quizás por la duda de que a lo peor también se lo niegue. Es su dignidad como persona la que nos conmueve y su resistencia a tener que humillarse lo que celebramos como seres humanos.

               Hay grandes aciertos en el cuadro de personajes y de sus relaciones: el contraste entre los modales exquisitos y la dulzura de don Umberto con la rudeza e insensibilidad de la patrona de la pensión; el mundo de los mendigos y la opulencia de los burgueses; la bondad de la joven criada con el anciano que, en justa compensación, le aporta consejos prácticos para encauzar sus cándidos amores y la ayuda a salir del analfabetismo “porque de los ignorantes todo el mundo se aprovecha”. Capítulo aparte merece el vínculo con el animal protagonista, el inteligente Flike que me recuerda mucho a Bruno, el perrillo que acaba de adoptar mi hija Anjana.

               El tono dramático y la expresión poética de la película dibujan un cuadro de la sociedad y de la condición humana y erigen un conjunto de valores morales ligados al humanismo y a la denuncia crítica. Esta mirada se combina con algunas pinceladas de humor que, además de suavizar la dureza de la narración, logran estupendos resultados. Ejemplos de ellos son el pasmo del anciano ante algunas eficaces maneras de pedir limosna o las demostraciones picarescas de quien sabe engañar a las monjas con falsas beaterías para quedarse unos días de más en el hospital.

               Este anciano que lo ha perdido todo, convertido en un lastre del que el sistema quiere deshacerse, es el paradigma de la tristeza y la soledad salvo por una sola compañía, la de su perro. Flike le obliga sin tiranías a ejecutar rutinas necesarias y es el único que despierta su sonrisa y sus caricias. Muestra la capacidad que tienen las mascotas para el alivio de la pena y como aliciente e impulso vital. Quizás son las escenas de la perrera municipal las de mayor patetismo y creo que, junto con el final mismo del film, representan una conciencia animalista sensible, así que también en este aspecto De Sicca tiene un pensamiento avanzado.

               El perro no sólo le da alegría y cariño al anciano en su desamparo social y personal, sino que lo aleja de la desesperación fatal, de manera que es la responsabilidad de Umberto sobre la vida de Flike la que precisamente salva su propia vida.


               Una película comprometida que, con el brillo de la difícil sencillez y de la autenticidad, muestra una historia de supervivencia y un magnífico retrato de la dignidad humana.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

CIERRE DE LOS CINES GROUCHO ¡MENOS MADERA!

              
               Los cines Groucho de Santander han cerrado sus puertas el jueves 30 de octubre. Otra víctima de la crisis económica, la subida del IVA al 21 % y la insuficiencia de un público fiel, pero minoritario, para sostener la empresa. Tras diez años de andadura, la apuesta de José Pinar por un cine alternativo en el centro de nuestra ciudad, llega a su fin. ¡Qué pena! Nos había avisado varias veces; se quejaba amargamente y con fundamento de la competencia desleal y de la falta de ayudas institucionales. Y hace un año puso el cine en venta, sin resultado.
               Mi lamento no es sólo por un proyecto cultural que fracasa, otro más, es que con ello también perdemos todos.
               A partir de ahora se cierra un circuito europeo que nos daba la ocasión de presenciar un tipo de cine de producción modesta, pero al que han acudido grandes directores y magníficos intérpretes. En su programación hemos visto algunas de las mejores películas de los últimos años. Lo cierto es que se nos va a acabar en gran parte el cine de autor y la mirada crítica, que casi siempre está en las antípodas del cine comercial.
               A los Groucho hemos acudido durante todos estos años con la ilusión del estreno de las nominaciones y los premios de los mejores Festivales europeos: Berlinale, Cannes, Venecia, San Sebastián, Sundance, Seminci, Málaga. Hemos disfrutado películas excelentes, muchas de las cuales no han llegado a estrenarse, nunca, en otras salas. Enumero algunas de ellas por si se os presenta la coyuntura de verlas. Desde clásicos modernos como Adiós, muchachos de Louis Malle a las de tipo documental como Hanna Arendt de Margarethe von Trotta. Un cine europeo que nos ha dejado la huella indeleble de su belleza y de su testimonio como La cinta blanca y Amor de Michael Haneke, En la casa de François Ozon o La herida  de Fernando Franco. También acertadas coproducciones entre países europeos, La caza de Thomas Vinterberg (Dinamarca y Suecia) y de éstos con los de ámbitos más lejanos, este es el caso de La bicicleta verde de la directora Haifaa Al-Mansour (Arabia Saudí y Alemania). Y hemos descubierto cineastas más exóticos con filmes extraordinarios que nunca se pasarán en los locales de la rumia de palomitas y el sorbido de colas: El Havre del finlandés Aki Kaurismaki, De tal padre, tal hijo del japonés Hirokazu Kore-eda o Una vida sencilla de la china Ann Hui. Se nos aleja el buen cine con el que nos identificamos, el que nos refleja en su espejo o nos revela nuestras facetas más desconocidas. El que es siempre un placer y un  aprendizaje. Perdemos otra oportunidad la minoría, que no somos capaces de sostenerlo, y se quedan sin descubrirlo la mayoría, que todavía no saben que existe. Cada vez más solos, cada vez más incultos. Menos madera para nuestras ansias artísticas.

               ¿Para qué seguir este réquiem? Los cines con el nombre de Groucho Marx, que representa el humor ingenioso o corrosivo de quien dice lo que no es habitual escuchar, han perecido por falta de apoyo. Perdonen que no me levante.

lunes, 17 de marzo de 2014

MILLER Arthur, “Las brujas de Salem”


(Personal y BUC 820-2 MIL, A bru)

            Es una sorpresa agradable releer una obra y experimentar el mismo o mayor placer que la primera vez. No ocurre con la frecuencia que uno desearía, tal vez sea por las mayores exigencias como lector, quizás por tener más experiencia o porque la vida te cambia los intereses y las expectativas; o por todo junto. Cuando se trata de una obra de teatro, género que no abunda en textos ni en lectores, las ganas de compartir son mayores. Éste es el caso.

            El gran dramaturgo neoyorquino Arthur Miller (1915-2005), publicó esta obra en 1953. Lo más espantoso de este drama tremendo es que está basado en un hecho histórico ocurrido en el pueblo de Salem, Massachussets, en el año 1692.

            Su título original fue “The Crucible” (El crisol). La concibió también para ser leída, sin que ello le reste, en mi opinión personal, ni un decibelio de su enorme efectividad dramática. En los comentarios que inserta a modo de extensas acotaciones, sin citar expresamente al senador McCarthy y su “Comisión de Actividades Antiamericanas”, de la que el mismo Miller fue víctima, establece un paralelismo entre aquella lejana época y su actualidad, entre aquellos “juicios de Dios” y la “caza de brujas” emprendida en la década del 50. Nos comenta: en Norteamérica, las personas que no participan de las opiniones reaccionarias están expuestas a la “acusación de alianza con el infierno rojo”, mientras que en los países comunistas, “toda resistencia es vinculada a los malignos súcubos capitalistas”.

            Efectivamente, las razones profundas de los terribles sucesos, en aquella comunidad de “colonos” cerrada en sí misma, no son otras que los efectos devastadores de la religiosidad intolerante y de la ignorancia de la gente, la capacidad destructiva del fanatismo y la superstición, la resistencia feroz a la discrepancia y a las ideas propias para mantener determinados privilegios. Es decir, en el crisol del poder despótico, todo avance de la libertad se funde, sucumbe, debido al fuego de la exclusión y la represión de quienes se sienten poseedores de una verdad absoluta. Entonces y ahora, la misma historia.

            El diálogo dramático, de notable calidad literaria, avanza fluido en una creciente tensión que se encarna en 19 personajes, bien caracterizados todos ellos. El protagonismo en relación con la temática y la acción corresponde especialmente a Abigail, John Proctor, Elisabeth Proctor, el Reverendo Hale, el juez Hathorne, el Reverendo Parris y la sirvienta Mary:
            Abigail es el factótum de la locura colectiva, actúa por despecho amoroso y por venganza, sin escrúpulos ni límites para destruir a inocentes y alcanzar su objetivo.
            John Proctor representa la independencia y la racionalidad. Es un personaje que evoluciona de forma verosímil y su dignidad final ante el tribunal eclesiástico resulta emocionante. Está dispuesto a humillarse y mentir para salvar la vida, pero de ningún modo a traicionar a los inocentes ni a que su nombre se vea mancillado por los fanáticos. Junto con su esposa Elisabeth, desarrolla un desenlace de tono muy alto y gran carga dramática, uno de los mayores méritos de la obra.    
            El Reverendo Hale es otro de los personajes que también modifica su actitud a lo largo de la obra. Transita, desde la pura sinrazón para mantener su posición hasta el intento de salvarle la vida a  Proctor, pero, y esto es importante, desde la falsedad y la imposición del dogma religioso.
            El juez Hathorne, como el Comisionado del Gobernador Danforth, simbolizan la máxima corrupción de la autoridad y su apego al poder, hasta el punto de que continúan los procesos judiciales y las ejecuciones a muerte cuando las acusaciones se demuestran como falsas.
            El Reverendo Parris encarna al representante de la Iglesia cuya principal preocupación es su prestigio personal, su situación social y las prebendas del cargo o la falta de ellas. Como los otros eclesiásticos, no expresa sentimientos piadosos de ninguna clase sino soberbia, ostentación y afán de poder  sobre todos y cada uno de los miembros de la parroquia, de modo que hasta lleva la cuenta estricta de quien asiste o no a misa.
            La sirvienta Mary es un personaje secundario pero crucial, porque pone en evidencia las debilidades y defectos de John Proctor, que no es precisamente un modelo heroico, lo que le humaniza y agranda el valor de su postura final. También es un exponente del delirio y las alucinaciones contagiosas de las jóvenes que terminan por creer de verdad su propia invención de estar poseídas por el demonio y, finalmente, encarna el terror insuperable hacia Abigail, la autora de los embustes y las acusaciones fraudulentas.

            En el sentido primordial de la obra destaca el fanatismo institucional que representa la Iglesia. Todo lo que está fuera de ella es falso, hay que eliminarlo; por demás cualesquiera otras creencias como las de Títuba, originaria de Barbados (eso es “magia negra”). Su dogma encarna la verdad absoluta. Representa la luz y quien no la ve es arrojado a las tinieblas.

            Sus tribunales de justicia son la expresión máxima de la injusticia y la arbitrariedad: estás conmigo o estás contra mí. La lógica es pérfida: los argumentos no sirven para nada, por el contrario se vuelven en contra del reo indefenso. Las acusadas de “brujas” son ahorcadas si no confiesan que son brujas, sin ninguna prueba. La ley de Dios no admite ninguna clemencia, porque eso la debilitaría y el castigo tiene que ser implacable y perfecto. El personaje del diablo es esencial en los procesos inquisitoriales de esta obra: la extrema inteligencia del maligno explica para los guardianes de la “verdadera” religión las acusaciones más disparatadas, muchas de las cuales, no hay que olvidarlo, escondían la lucha por las tierras, la codicia de algunos y antiguos pleitos entre los colonos.
      
            Es el retrato de una sociedad teocrática y perversa. Para no olvidarnos de su fisonomía y sus raíces, bien conocidas en nuestra historia de Torquemadas y Roucos, y que tan fácilmente prenden también en otras latitudes, viene bien acercase a este clásico contemporáneo, muy representado en los escenarios, como el montaje dirigido por Pedro Amalio López en 1965 (hoy felizmente se puede ver por Internet, como todos los emitidos en el programa de TV “Estudio 1”). Asimismo, ha sido llevado al cine. Entre otras versiones: “Las brujas de Salem” de Joseph Targent, 2006, vídeo disponible en la BUC.

            La siguiente cita muestra a las claras la actitud implacable de los jueces para ejecutar la ley de Dios y sus castigos públicos ejemplares:

            Danforth.- “No atenderé ni un pedido de perdón o de postergación. Aquellos que no confiesen serán colgados. Doce ya han sido ejecutados; los nombres de estos siete se han publicado y el pueblo espera verlos morir esta mañana. Una postergación ahora indicaría un tropiezo de mi parte; una suspensión o el perdón deben provocar la duda sobre la culpabilidad de aquellos que murieron  hasta ahora. Mientras yo sea intérprete de la ley de Dios, no quebraré su voz con plañidos. Si lo que teméis son represalias, sabed esto…: haría colgar a diez mil que se atreviesen a levantarse contra la ley  y todo un océano de amargas lágrimas no podría ahogar la resolución de los códigos. Erguíos, pues como hombres y ayudadme, como tenéis la obligación  de hacerlo por mandato  del Cielo.”



jueves, 20 de febrero de 2014

SOBRE MEMORIA HISTÓRICA. Respuesta a los jóvenes (II)

Cuestionario de preguntas sobre Memoria Histórica realizadas por los alumnos de 2º de Bachillerato del IES “Javier Orbe Cano” de Los Corrales de Buelna (2ª parte)

¿Debe aceptarse la injusticia (asesinatos, torturas, desapariciones…) para tener Paz?. (¿En el caso del terrorismo deben los presos ser perdonados y salir de las cárceles para propiciar un clima de concordia y buenas intenciones?)

            Tenemos que luchar siempre contra la injusticia y las violaciones a los derechos humanos, aquí y en todo el mundo. La paz tiene que edificarse sobre la dignidad y la reparación. Ahora bien, rechazo la cadena perpetua y, por supuesto, la pena de muerte. No soy partidaria de la venganza y de los deseos de revancha y creo que hay que dar una oportunidad a la reinserción de los terroristas que han cumplido largos años de condena y han pedido perdón a las víctimas.

¿Qué opina sobre las posiciones que reivindican el olvido de la historia, el olvido del conflicto, el olvido de la Dictadura?

            Creo que algunas personas tal vez las defienden por falta de conocimiento, pero la mayoría lo hace por intereses muy concretos. A éstos últimos  les ha venido y les viene muy bien hablar de reconciliación, paz social y de no abrir heridas. Son los herederos del franquismo, a los que mucha gente acrítica y silenciosa les ha permitido seguir con esta cantilena cínica. Incluso algunos sectores de izquierda han apoyado estas posturas o no han defendido con la suficiente contundencia la restitución debida. Se apela al perdón y a la convivencia pacífica sin que se reconozcan en modo alguno las culpas y los culpables.

            Nuestra democracia es muy incompleta también en este aspecto, las ideas del antiguo Régimen y la justificación de sus delitos siguen vivas y en el candelero de la política actual.  Uno de los argumentos que más repiten es que en la guerra hubo desmanes en ambos bandos. Y, efectivamente, esto es cierto, pero hay que situarlo en su debida dimensión. De ningún modo hechos aislados pueden servir para enmascarar que los republicanos luchaban para defender la legalidad de un Gobierno elegido en las urnas, mientras que los nacionales se levantaron al lado de un general golpista, esto es, a sangre y fuego contra lo que el pueblo había votado y decidido.

¿Qué opinión le merecen las palabras de Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del gobierno de Aznar?: “En plena época de Internet y de la Play Station, es estúpido que a estas alturas estemos recordando lo que pasó hace 70 años.”

            Este personaje es muy representativo de la arrogancia y de la falta de respeto de la derecha española a la verdad histórica y a la dignidad de las víctimas del golpe militar.

            Los franquistas han sido inmisericordes y se han negado siempre a reconocer los atropellos y asesinatos de su Glorioso Alzamiento y, más grave aún, de las atrocidades y la violencia feroz del Estado hacia los vencidos con los fusilamientos en masa y las durísimas penas en la cárcel en los años más duros de la posguerra. Y sin dar tregua, la represión con torturas, vejaciones, cárcel, y falta absoluta de derechos durante los cuarenta años de dictadura que hemos padecido.

¿La Transición Española ha sido tan “modélica” como nos quieren hacer creer? ¿Hubo verdadera reconciliación en ella?

            La Transición, tan citada como modelo de evolución política, creo que fue una negociación en la que se hicieron demasiadas concesiones. Estoy entre quienes la vimos en su día, y la seguimos interpretando hoy con muchos otros, como el resultado de una “reforma” en la que los poderes fácticos jugaron bien sus cartas para que el dominio siguiera en manos de los de siempre, mientras que la izquierda reformista (PSOE y PCE) cedió más terreno del aceptable al admitir que no se desmantelara el aparato de estado del franquismo y que nos impusieran la monarquía designada por el dictador, además de renunciar a la mayoría de las demandas del movimiento obrero, que se había dejado la piel en la lucha. Los Pactos de La Moncloa, el conciliábulo del consenso y el compromiso de la paz social marcaron el inicio de la desmovilización de masas y el arraigo de un sindicalismo que renegó de la lucha combativa para abonarse a la gestión. Ahí perdimos mucho terreno.

            Hay que subrayar que la violencia estatal y ultraderechista reprimió a fondo a quienes luchábamos por la “ruptura” en contra de las muchas renuncias de la “reforma” y que hubo cientos de detenidos y varios muertos en esta transición. Entre esas renuncias pactadas, el tema que nos ocupa: el que no se estableciera la debida restitución a las víctimas de la guerra civil y de la dictadura franquista.

¿Debe la Iglesia (“Caídos por Dios y por España”) pedir perdón por apoyar el golpe militar, la Dictadura franquista y la feroz represión que ésta ejerció sobre los españoles? ¿Acaso la Iglesia no ensalza a unas víctimas con beatificaciones y canonizaciones y olvida a otros que sufrieron la represión franquista?

¿No le resulta sorprendente que la Iglesia Católica (Conferencia Episcopal) no haya condenado la Dictadura Franquista?

               La Iglesia Católica apoyó el golpe militar desde su origen y la jerarquía eclesiástica, con Pio XII a la cabeza, justificó todos sus desmanes contra el pueblo español. La Iglesia se fundió con el  bando nacional y lo justificó con todas las consecuencias en contra de la legalidad republicana.

            Tras la victoria militar, la Iglesia apareció desde el primer momento como el apoyo más firme del nuevo Régimen y bendijo todas sus decisiones dictatoriales. Franco era el “Caudillo de España por la gracia de Dios” y España se consideraba la “Reserva espiritual de Occidente”. En el nuevo Estado confesional, férreamente católico, todos los españoles estaban obligados a bautizarse y a recibir catequesis desde la más tierna infancia. No había más religión que una ni más verdad que la impuesta por el clero. El resto era persecución, castigo, excomunión. Curas y monjas colaboraron con mano firme en la humillación y la represión contra “los rojos” y en el adoctrinamiento obligado y forzoso  en todas y cada una de las instituciones, empezando por las cárceles, y con particular dedicación en la enseñanza que, tras liquidar a la escuela pública y laica,  quedó mayoritariamente  bajo su férula.

            La Iglesia católica ha sido poco partidaria de la Ley de Memoria Histórica a la que ha tildado de “innecesaria” y de peligro para la “armonía fraterna” y es firme defensora de la teoría de lo que ellos llaman la “reconciliación” y la “convivencia pacífica”, sin la necesaria restitución a los miles de víctimas republicanas. La Conferencia Episcopal, por ejemplo, a la que se dirigió el juez Garzón, puso bastantes obstáculos a su investigación en las parroquias para la identificación de los fusilados y desaparecidos a partir del 18 de julio de 1936.

            Por supuesto que tendría que pedir perdón por su estrecha alianza con el Alzamiento y con la Dictadura, pero de momento se resiste a ello. Han estado bien en la dictadura y están bien como están en esta democracia cada día más reducida. Sin hacerse responsables de su participación en los crímenes y viviendo a lo grande en un Estado supuestamente aconfesional, en el que continúa vigente el Concordato Iglesia-Estado, y donde se mantienen sus privilegios económicos así como los rituales católicos oficiales,  que atentan contra la libertad de creencias. Siempre hablan de paz y convivencia, pero las muestras que la jerarquía eclesiástica ha dado, y sigue dando, de intolerancia y de fanatismo son incontables.

            No me sorprende en absoluto que la Conferencia Episcopal no haya condenado la dictadura franquista. Y ya va siendo hora. Para ello tendría que revisar su propia ejecutoria histórica y arrepentirse. Tendrían que renegar de valores de la dictadura que siguen sosteniendo en muchos campos, cambiar la mentalidad de la mayoría de sus obispos y las posiciones que mantienen respecto a diferentes temas de la vida pública. Por ejemplo, sus ideas sobre la homosexualidad, el sexo o el aborto son extremadamente reaccionarias.

¿No es cierto que además de en una severa crisis económica, nos encontramos en una brutal crisis ética? ( Y ¡cuidado! al que proteste se le apalea, se le insulta, se le multa administrativamente, se le lleva a comisaría, se le pisotea, se le demoniza…).

            Hay aumento claro de la represión, detenciones y malos tratos en las calles, nuevas medidas muy dañinas como la atribución de funciones a los vigilantes de seguridad, multas y sanciones económicas y, para colmo, el proyecto de ley “mordaza” de Gallardón para intentar acallar las voces y frenar la indignación creciente contra la corrupción, los recortes, los abusos de la banca o la prohibición del aborto libre.

            Hay que prepararse para conjurar estas nuevas barreras. En esta línea, ha nacido  recientemente un organismo unitario,  “Libres. Asamblea Cántabra por las Libertades y contra la Represión”, que contempla asesoramiento jurídico y la creación de una caja de resistencia para que la gente tenga una defensa y pueda seguir en la lucha.

¿No tiene la sensación de que quienes gobiernan intentan resucitar la oscuridad tenebrosa del Franquismo? (Lo digo porque un pacífico escrache es un acto violento, pero no es en absoluto violento echar de sus casas, trabajos, estudios, ilusiones a millones de personas; invitar forzosamente a la emigración a miles de jóvenes, condenar al paro de por vida a quienes tienen más de 50 años, impedir a las mujeres que decidan sobre la maternidad, fomentar la corrupción…La policía te puede apalear en cualquier sitio (Gamonal, Atocha, Plaza de Cataluña…) no pasa nada, la culpa es tuya, estabas muy bien en tu casita… Los jueces tardan años en procesar y abrir juicio a los corruptos y así prescriben los delitos de los poderosos… El acceso a la Universidad se ha convertido en algo muy difícil para la mayoría… Los hospitales de la red pública de Sanidad están siendo privatizados y entregados a empresas que anteponen el beneficio económico a la salud de la población…

            Efectivamente, están aprovechando la crisis para despojarnos de lo que hemos conseguido con enorme esfuerzo en derechos y servicios sociales públicos, a lo largo de muchos años. Lo que, para la inmensa mayoría, ya era un maltrecho estado de bienestar se ha venido abajo.

            Es intolerable que sean los más débiles quienes paguen los platos rotos mientras los oligarcas son subvencionados y continúan obteniendo ingentes beneficios a costa de la ruina de muchos. Resulta indignante que los políticos y los banqueros no hayan renunciado a privilegios ni se hayan bajado sus abusivos sueldos y que los corruptos no devuelvan el dinero robado y se mofen de nosotros en la cara. Se aumentan los impuestos y los precios, no se conceden créditos, se privatiza la sanidad para hacer negocio con ella, se retira la tarjeta sanitaria a los inmigrantes sin recursos, se recortan las libertades democráticas y se aprestan a encarcelar y a multar a quienes se resisten al expolio. Como elemento positivo, ha aumentado la resistencia y la desobediencia civil en nuestra región con el impulso de las “mareas” y la creación de activas Plataformas como la de los Afectados por la Hipoteca o la de Ciudadanía contra la Exclusión Sanitaria.

            Es verdad que esto no es una crisis, sino que es una estafa. Ante ella, os animo a seguir con las preguntas y la búsqueda de respuestas y a seguir en la brecha. Porque ya se sabe: Si luchas puedes perder, pero si no luchas, estás perdido. 

SOBRE MEMORIA HISTÓRICA Respuesta a los jóvenes (I)


            En el IES «Javier Orbe Cano» de Los Corrales de Buelna (Cantabria) celebran todos los años un encuentro muy especial, cuyo sugerente título « Aprender para saber vivir » ya dice bastante del contenido.

             El tema monográfico se prepara cuidadosamente por los profesores y los estudiantes de 2º curso de Bachillerato. Este año 2014, se ha dedicado a la Memoria Histórica. Tuve la oportunidad de participar en un acto presencial celebrado en el Instituto el 29 de enero, junto con Tino Andrés,  codirector del documental “Presos con causa 1936-1978” y Marta Peredo, militante antifranquista y feminista. Posteriormente, se nos solicitó la respuesta por escrito a un amplio Cuestionario, que constituía el material para un seminario realizado el 13 de febrero.

            Quiero darles mi más sincera enhorabuena a los estudiantes y a los profesores, Martín Alonso y Alberto Vicente, y también las gracias por ofrecerme la oportunidad de participar en una actividad tan interesante. Me parece fundamental que los jóvenes conozcan el pasado para entender mejor el presente.

Cuestionario de preguntas sobre Memoria Histórica realizadas por los alumnos de 2º de Bachillerato del IES “Javier Orbe Cano”

            En primer lugar, manifestar mi satisfacción por la extensión y el calado de las preguntas formuladas.
          En mis respuestas, he modificado parcialmente el orden original de las preguntas y he agrupado las que tienen más relación, con el fin de ofrecer una contestación unitaria y de síntesis.

¿Por qué es tan importante recuperar la Memoria Histórica?
¿Qué valor tiene aclarar estos problemas (Memoria Histórica) de cara al pasado, al presente y a las generaciones futuras?
¿Por qué la Ley de Memoria Histórica de 2007 (Gobierno Zapatero) no ha sido suficiente como afirma el colectivo memorialista?

            Creo que el derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas de la Guerra civil y de la Dictadura de Franco tiene enorme importancia. No sólo es un acto de justicia obligada para ellas, también para todos los ciudadanos demócratas. El silencio, el olvido, el enterrar la verdad atenta a la dignidad de todos y no edifica sobre bases firmes el futuro, porque concede impunidad a los crímenes, oculta sus razones y no saca las debidas conclusiones, todo lo cual puede ocasionar que se vuelvan a producir. Como se ha repetido tantas veces: quien no conoce u olvida su historia está condenado a repetirla. La historia la escriben quienes ganan el poder, pero también la hacen los derrotados. Buena parte de los avances de la sociedad se han conquistado gracias a su esfuerzo y sacrificio. Ignorarlo es falsificar la historia.

            Todos los españoles, también los jóvenes que sois el futuro, tenemos el derecho, incluso la obligación de conocer el pasado, en toda su profundidad y matices. No se nos puede arrebatar porque es nuestra historia común.

            En este sentido, la ley de Memoria Histórica  de 2007 (¡han tenido que transcurrir 68 años desde el fin de la Guerra Civil!) se ha quedado muy corta, porque no garantiza los derechos de reparación de las víctimas (ni siquiera acoge la exhumación de las fosas comunes) y tergiversa la verdad porque, como bien ha señalado la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, postula que la memoria de las víctimas es personal y familiar en lugar de contemplar que los delitos y crímenes del franquismo lo son contra toda la sociedad y los derechos humanos.

            La izquierda ha sido pusilánime, incluso cuando ha estado gobernando, ya que no ha sabido exigir los plenos derechos y la dignidad de las víctimas. ¿Esperan que no quede ningún testigo para contarlo? Felipe Matarranz, uno de nuestros soldados republicanos, ha cumplido ya los 98 años. Por cierto, su libro testimonio acaba de reeditarse: “Manuscrito de un superviviente”, Ahaztuak, 2013.

¿Qué le parece el proceso contra el juez Baltasar Garzón por intentar investigar los crímenes del Franquismo?
            Me parece  una ignominia para un país que se llama democrático.

           La expulsión de la carrera judicial de Baltasar Garzón  es el último eslabón de una actuación perversa del sistema. La dureza de la sentencia dictada contra él por las escuchas de la trama Gürtel creó cierta alarma social, debido a la identidad ultraderechista de los protagonistas de la demanda, Falange Española y Manos Limpias, y asimismo por las dudas razonables sobre la imparcialidad del Tribunal Supremo. Once años de inhabilitación es un castigo totalmente desproporcionado al supuesto delito. No les ha importado el descaro con que lo han tenido que hacer. Lo fundamental está conseguido: eliminar al único juez dispuesto a investigar sobre los crímenes del franquismo y aviso para navegantes en la persecución de los corruptos.

            Después de Garzón, hemos vivido el acoso al juez José Castro que investiga a la Infanta Cristina y la suspensión de sus funciones al juez Elpidio Silva por encarcelar a Miguel Blesa, cuyas retribuciones económicas como presidente de Caja Madrid alcanzaron cifras escandalosas. Asistimos estupefactos a la actuación de un fiscal anticorrupción, como Pedro Hordach, que, en lugar de investigar y acusar defiende y busca excusas inverosímiles para la Infanta Cristina,  y en la que los jueces valientes que levantan su voz son perseguidos y pasan a ser acusados o expulsados. El extravío de la documentación de la petición de indulto para  Garzón sólo añade sarcasmo a la situación que vive la judicatura española.

            Los ciudadanos debemos reaccionar y defender la independencia, la profesionalidad  y la libertad de los jueces.

 ¿Qué grado de conocimiento cree que tiene la opinión pública de las terribles consecuencias (desaparecidos, torturados, asesinados…) de la Guerra Civil Española?

            Creo que muy escaso. El pueblo español y las nuevas generaciones saben muy poco de la historia pasada. Por una parte, es la lógica consecuencia de la derrota de la República, la historia la han contado, salvo escasas líneas, los vencedores. Durante la Dictadura no se podía hablar de ello. Estaba prohibido. Por otra parte, en la Transición y debido a la “reforma democrática” ha habido durante muchos años un pacto de silencio. No hablar de los crímenes ni de las víctimas ha sido uno más de los elementos del pacto y el consenso entre las fuerzas que pactaron nuestra transición del fascismo a la recortada democracia actual. Desde mi punto de vista (y entre otros voces, la del Partido del Trabajo, en el que milité hasta su disolución en el año 1980), tanto el PSOE como el PCE cedieron demasiado terreno y firmaron sin la suficiente resistencia el borrón y cuenta nueva que se impuso en este ámbito.

            Así, la Ley de Amnistía de 1977, la cual supuso la ansiada liberación de los presos políticos del franquismo y la anulación de los numerosos procesos abiertos en la conquista de las libertades. Pero, en el mismo paquete, se incluyó la condonación y el indulto definitivos de todos los crímenes de la guerra, la posguerra y el franquismo. Otro hecho lamentable de esa aclamada Transición, cuyas negativas consecuencias ya empiezan a detectarse.

¿Se puede ser demócrata y justificar al mismo tiempo cuarenta años de Dictadura?

            Creo que la ecuación es de todo punto imposible.

¿Hay todavía en la actualidad un poso denso de Franquismo en la sociedad española?

            Por desgracia, creo que sí. A la vista está que se ignoran las voces que claman justicia y que no se ponen los medios para indagar la verdad.

             Y en la sociedad persiste mucho del franquismo. Entiendo por tal las actitudes autoritarias que dificultan o no propician el diálogo y el debate; que prefieren imponer a razonar; chillar y despotricar en lugar de escuchar. Personas que no defienden la libertad, la igualdad ni la justicia de todos y para todos.

            Se mantienen ideas retrógradas sobre la educación, la mujer, el sexo o la participación ciudadana en la vida pública. Mentalidades que predican la sumisión a la tradición y al poder despótico en lugar de rebelarse contra las ideas obsoletas y las leyes injustas. Hay mucha gente con ideas muy conservadoras, que desprecian al otro, que son racistas y xenófobas.

            Y, en general, somos ciudadanos poco participativos y preparados en el pensamiento crítico, en la creación de una opinión propia y razonada. Por eso, nuestra democracia es endeble y las ideas populistas hacen mella en la opinión pública. La gente es fácilmente manipulable, es víctima fácil de la demagogia. La televisión que tenemos es una escuela de deformación en este sentido. Hace verdaderos estragos. Vivimos en la sociedad de la mentira. Pero hay luces en las sombras: que se celebren debates como este vuestro del instituto resulta esperanzador.

¿Prescriben los crímenes de Guerra y los Crímenes de lesa Humanidad?

            Entiendo que según las últimas disposiciones de la legislación internacional, estos crímenes por su especial gravedad contra los derechos de la humanidad no prescriben nunca. Lo que pasa es que muchos países no suscriben los acuerdos o se saltan estas leyes  a la torera. En España vamos, como en todo, para atrás. El Gobierno prepara una ley para impedir que los jueces españoles puedan perseguir delitos fuera de nuestras fronteras, como es el caso del asesinato del periodista José Couso.

¿Por qué se recurre a las autoridades judiciales argentinas para investigar los crímenes cometidos en España entre 1936 y 1977? ¿Qué pasa con la Fiscalía española?

            La Ley de Amnistía de 1977 a la que antes me he referido tiene mucho que ver en este hecho, ya que decretó la impunidad para los torturadores y asesinos del franquismo. Habría que derogarla para avanzar. Casos tan escandalosos como la supuesta prescripción de las responsabilidades de Billy el Niño, uno de los mayores torturadores de la Brigada Político Social del franquismo, o que Emilio Hellín, miembro de Fuerza Nueva que asesinó a la joven Yolanda  González, colabore en la actualidad con los cuerpos policiales de alta seguridad dice mucho de cómo se ha mantenido el aparato represivo del estado franquista.
 
            En cuanto a la Fiscalía española es algo que me pregunto cada día. Su inactividad, su falta de persecución de los delitos y de la corrupción es algo muy notorio y alarmante en cuanto a la calidad de la justicia en España.


viernes, 3 de enero de 2014

MONTERO Rosa, La ridícula idea de no volver a verte


            (Seix Barral, Barcelona, 2013. Propiedad personal y prestable. También en BUC, División de Ciencias y División de Medicina)

            Un título desconcertante para un libro difícil de clasificar, que oscila entre la biografía y la memoria personal, con un poso de ensayo tejido en la urdimbre de una narración en primera persona.

            Esta frase del título, la ridícula idea de no volver a verte, se aleja de la rotunda definición que diera Vázquez Montalbán: “La muerte es una putada”, la que siempre nos viene a la mente a quienes superamos mal ese duelo inevitable. ¿Ridícula? Trágica más bien, nos resulta la idea. Y es que Rosa Montero habla de la muerte desde otra visión: como un momento de revelación, como algo natural y sin congoja. Un episodio extraordinario en el que puedes atisbar por un instante la grieta de lo verdadero. Nunca se siente uno tan auténtico, como en los nacimientos y en las muertes, nos dice. (p. 9)

            La enfermedad de su marido alentó la novela de ciencia ficción Lágrimas en la lluvia (Seix Barral, 2011) y el trallazo de su muerte prematura la escritura de este texto. Es la literatura como bálsamo para las heridas de la vida, su ejercicio como consuelo ante la amargura de la pérdida, una vez que la autora modificó su juicio anterior de que “era una indecencia hacer un uso artístico del propio dolor”. (p. 31)

            El cañamazo de esta obra es el comentario extenso y a saltos del diario escrito por Marie Curie tras la muerte accidental de su esposo (París, 30 de abril de 1906). Un relato donde se glosa la vida de esta mujer excepcional: las peripecias y enormes sacrificios de la pareja, en especial de Marie, consagrada con pasión al descubrimiento de la radiactividad, junto al análisis social de la época en el que se abordan con amenidad cuestiones relativas a ciencia y compromiso, amor y sexo, vida y dignidad, entre otras. En paralelo, la autora nos va desgranando su memoria personal y sus pensamientos, interrogantes y respuestas sobre la muerte, literatura, feminismo, educación o felicidad, desde la cercana voz narrativa de una confidente que nos regala moral y alegría de vivir.

            Me admira la entereza de Rosa Montero, la firmeza con la que se sobrepone al fin inexorable de la relación más larga de su vida, veintiún años juntos. Hay que aprender de ella. Y me sorprende lo poco que habla directamente de su marido, el periodista Pablo Lizcano, aunque sin duda sea su desaparición la situación que origina esta manifestación de reflexiones y sentimientos con la fuerza de la sinceridad y la emoción a flor de piel.

            En definitiva, un libro en torno a la muerte que trata, sobre todo, de la vida.

            “Confieso que, durante muchos años, consideré que era una indecencia hacer un uso artístico del propio dolor. Deploré que Eric Clapton compusiera “Tears in Heaven” (Lágrimas en el cielo), la canción dedicada a su hijo Conor, fallecido a los cuatro años de edad al caer de un piso 53 en Nueva York; y me incomodó que Isabel Allende publicara “Paula”, la  novela autobiográfica sobre la muerte de su hija. Para mí era como si estuvieran de algún modo traficando con esos dolores que hubieran debido ser tan puros. Pero luego, con el tiempo, he ido cambiando de opinión; de hecho, he llegado a la conclusión de que en realidad es algo que hacemos todos: aunque en mis novelas yo huya con especial ahínco de lo autobiográfico, simbólicamente me estoy lamiendo mis más profundas heridas. En el origen de la creatividad está el sufrimiento, el propio y el ajeno. El verdadero dolor es inefable, nos deja sordos y  mudos, está más allá de toda descripción y de todo consuelo. El verdadero dolor es una ballena demasiado grande para ser arponeada. Y sin embargo, y a pesar de ello, los escritores nos empeñamos en poner palabras en la nada. Arrojamos palabras como quien arroja piedrecitas a un pozo radiactivo hasta cegarlo”. (p. 31)