martes, 16 de junio de 2015

LLORAMOS A MARTA DEL ARCO


            Marta se sentó en la escalera de acceso al escenario. Eran las seis de la tarde y ensayábamos. Creímos que era un leve mareo debido al calor, demasiado bochorno. Esto puede ser algo serio, dice Miriam que es enfermera: Llamo ahora mismo al 112. Llega enseguida la ambulancia. Como un mal presagio, estalla la tormenta, arrecia la lluvia y la escoba de un viento furioso barre las calles del pueblo, mientras vemos cómo nos la llevan. Traslado al Hospital Clínico de Valladolid, donde ingresa en estado crítico con un derrame cerebral de fuerza imparable. Ya no la volvimos a ver. Se hizo todo lo posible por ella, pero nada se podía hacer. Fallece a la mañana siguiente.
            Sentados en las escaleras de piedra de la plaza de Torrelobatón, junto a los compañeros de La Barbacana, frente al hermoso castillo de los rebeldes comuneros, habíamos compartido bocata y unas cañas un par de horas antes del ensayo general, tan felices. Ilusionados con la representación prevista para la noche, no podíamos sospechar, ¡ilusos!, que la Parca acechaba en la sombra a nuestra querida Marta y nos iba a sumir en un enorme dolor del que nos va a costar recuperarnos. Son las ocho cuando me telefonea Álvaro desde la UCI: malísimas noticias. Alarma general. De la preocupación al estupor y de ahí a la desolación absoluta. Se suspende la función. Todo se vuelve oscuridad. Descenso a los infiernos. Nadie habla. No hay palabras para esto.
            La Muerte con su hacha homicida siempre aflige, pero cuando ataca de repente nos deja sin aliento y no salimos de la rabia porque no le toca, porque llega muy antes de tiempo. ¡Maldita seas, ladrona! Nos la has robado sin darnos ocasión de decirle una vez más cuánto la queríamos. Y es que cómo era Marta: buena profesora, inteligente, simpática, generosa, sencilla, atenta a todo, siempre disponible... Cada uno de nosotros añadiría cualidades en su recuerdo. Y lo mejor es que son verdad. Una persona limpia con la que todo resultaba fácil y que en esta sociedad, enferma de corrupción y con una débil conciencia moral y cívica, buscaba con ilusión la cultura y el pensamiento críticos, trabajaba para cambiar las cosas y era fiel a sus compromisos.
            Marta del Arco se integró en el proyecto de Unos Cuantos desde la primera Asamblea en el Villajunco. Se sumó a la estupenda acogida que nos ofreció la Dirección del Instituto y, desde aquel final del año 2012 hasta este fatídico domingo 7 de junio de 2015, pudimos disfrutar de un eficaz vínculo con el Centro, al ser ella Presidenta de la AMPA y, asimismo, de una increíble actriz vocacional, que crecía con cada papel. Y fueron bastantes. En “Teatro en crisis”, “Brotes verdes” y la escena contra la Ley Mordaza: inmigrante sin papeles, parada, ministra de educación, turista ocasional, cuidadora de ancianas… Tuve la suerte de interpretar con ella dos escenas en las que me cuidaba, “y muy bien la verdad”. Marta ya nunca más podrá cuidarme en las tablas. Me gustaría que existiera el cielo eterno para poder cuidarla yo allí ahora. Un teatro en el firmamento para reírnos juntas, bailar La Cucaracha y volver a tener nuestras manos enlazadas.

            Quisiera poder compartir el dolor con todos sus seres queridos, los familiares, l@s much@s amig@s de la Escuela Oficial de Idiomas y de toda Cantabria, y consolarme con ellos reviviendo la alegría de Marta. Descubrir alguna palabra que le valiera a Elena, su hermana gemela, para encontrar la fuerza de vivir sin su doble, indisoluble parte de sí misma. Reconfortar el ánimo de su marido Jeremy que se sentirá tan desamparado sin ella. Alentar a su hijo David para que acierte con la piedra en la cabeza de Goliat, para que su valentía pueda vencer al gigante del desánimo. Aunque seas muy joven, puedes ayudar mucho a tu hermana Olivia en el inmenso desconsuelo, recrear juntos la memoria de vuestra madre que no morirá nunca, porque vivirá mil veces en el recuerdo de todos los que la hemos conocido.