jueves, 20 de febrero de 2014

SOBRE MEMORIA HISTÓRICA. Respuesta a los jóvenes (II)

Cuestionario de preguntas sobre Memoria Histórica realizadas por los alumnos de 2º de Bachillerato del IES “Javier Orbe Cano” de Los Corrales de Buelna (2ª parte)

¿Debe aceptarse la injusticia (asesinatos, torturas, desapariciones…) para tener Paz?. (¿En el caso del terrorismo deben los presos ser perdonados y salir de las cárceles para propiciar un clima de concordia y buenas intenciones?)

            Tenemos que luchar siempre contra la injusticia y las violaciones a los derechos humanos, aquí y en todo el mundo. La paz tiene que edificarse sobre la dignidad y la reparación. Ahora bien, rechazo la cadena perpetua y, por supuesto, la pena de muerte. No soy partidaria de la venganza y de los deseos de revancha y creo que hay que dar una oportunidad a la reinserción de los terroristas que han cumplido largos años de condena y han pedido perdón a las víctimas.

¿Qué opina sobre las posiciones que reivindican el olvido de la historia, el olvido del conflicto, el olvido de la Dictadura?

            Creo que algunas personas tal vez las defienden por falta de conocimiento, pero la mayoría lo hace por intereses muy concretos. A éstos últimos  les ha venido y les viene muy bien hablar de reconciliación, paz social y de no abrir heridas. Son los herederos del franquismo, a los que mucha gente acrítica y silenciosa les ha permitido seguir con esta cantilena cínica. Incluso algunos sectores de izquierda han apoyado estas posturas o no han defendido con la suficiente contundencia la restitución debida. Se apela al perdón y a la convivencia pacífica sin que se reconozcan en modo alguno las culpas y los culpables.

            Nuestra democracia es muy incompleta también en este aspecto, las ideas del antiguo Régimen y la justificación de sus delitos siguen vivas y en el candelero de la política actual.  Uno de los argumentos que más repiten es que en la guerra hubo desmanes en ambos bandos. Y, efectivamente, esto es cierto, pero hay que situarlo en su debida dimensión. De ningún modo hechos aislados pueden servir para enmascarar que los republicanos luchaban para defender la legalidad de un Gobierno elegido en las urnas, mientras que los nacionales se levantaron al lado de un general golpista, esto es, a sangre y fuego contra lo que el pueblo había votado y decidido.

¿Qué opinión le merecen las palabras de Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del gobierno de Aznar?: “En plena época de Internet y de la Play Station, es estúpido que a estas alturas estemos recordando lo que pasó hace 70 años.”

            Este personaje es muy representativo de la arrogancia y de la falta de respeto de la derecha española a la verdad histórica y a la dignidad de las víctimas del golpe militar.

            Los franquistas han sido inmisericordes y se han negado siempre a reconocer los atropellos y asesinatos de su Glorioso Alzamiento y, más grave aún, de las atrocidades y la violencia feroz del Estado hacia los vencidos con los fusilamientos en masa y las durísimas penas en la cárcel en los años más duros de la posguerra. Y sin dar tregua, la represión con torturas, vejaciones, cárcel, y falta absoluta de derechos durante los cuarenta años de dictadura que hemos padecido.

¿La Transición Española ha sido tan “modélica” como nos quieren hacer creer? ¿Hubo verdadera reconciliación en ella?

            La Transición, tan citada como modelo de evolución política, creo que fue una negociación en la que se hicieron demasiadas concesiones. Estoy entre quienes la vimos en su día, y la seguimos interpretando hoy con muchos otros, como el resultado de una “reforma” en la que los poderes fácticos jugaron bien sus cartas para que el dominio siguiera en manos de los de siempre, mientras que la izquierda reformista (PSOE y PCE) cedió más terreno del aceptable al admitir que no se desmantelara el aparato de estado del franquismo y que nos impusieran la monarquía designada por el dictador, además de renunciar a la mayoría de las demandas del movimiento obrero, que se había dejado la piel en la lucha. Los Pactos de La Moncloa, el conciliábulo del consenso y el compromiso de la paz social marcaron el inicio de la desmovilización de masas y el arraigo de un sindicalismo que renegó de la lucha combativa para abonarse a la gestión. Ahí perdimos mucho terreno.

            Hay que subrayar que la violencia estatal y ultraderechista reprimió a fondo a quienes luchábamos por la “ruptura” en contra de las muchas renuncias de la “reforma” y que hubo cientos de detenidos y varios muertos en esta transición. Entre esas renuncias pactadas, el tema que nos ocupa: el que no se estableciera la debida restitución a las víctimas de la guerra civil y de la dictadura franquista.

¿Debe la Iglesia (“Caídos por Dios y por España”) pedir perdón por apoyar el golpe militar, la Dictadura franquista y la feroz represión que ésta ejerció sobre los españoles? ¿Acaso la Iglesia no ensalza a unas víctimas con beatificaciones y canonizaciones y olvida a otros que sufrieron la represión franquista?

¿No le resulta sorprendente que la Iglesia Católica (Conferencia Episcopal) no haya condenado la Dictadura Franquista?

               La Iglesia Católica apoyó el golpe militar desde su origen y la jerarquía eclesiástica, con Pio XII a la cabeza, justificó todos sus desmanes contra el pueblo español. La Iglesia se fundió con el  bando nacional y lo justificó con todas las consecuencias en contra de la legalidad republicana.

            Tras la victoria militar, la Iglesia apareció desde el primer momento como el apoyo más firme del nuevo Régimen y bendijo todas sus decisiones dictatoriales. Franco era el “Caudillo de España por la gracia de Dios” y España se consideraba la “Reserva espiritual de Occidente”. En el nuevo Estado confesional, férreamente católico, todos los españoles estaban obligados a bautizarse y a recibir catequesis desde la más tierna infancia. No había más religión que una ni más verdad que la impuesta por el clero. El resto era persecución, castigo, excomunión. Curas y monjas colaboraron con mano firme en la humillación y la represión contra “los rojos” y en el adoctrinamiento obligado y forzoso  en todas y cada una de las instituciones, empezando por las cárceles, y con particular dedicación en la enseñanza que, tras liquidar a la escuela pública y laica,  quedó mayoritariamente  bajo su férula.

            La Iglesia católica ha sido poco partidaria de la Ley de Memoria Histórica a la que ha tildado de “innecesaria” y de peligro para la “armonía fraterna” y es firme defensora de la teoría de lo que ellos llaman la “reconciliación” y la “convivencia pacífica”, sin la necesaria restitución a los miles de víctimas republicanas. La Conferencia Episcopal, por ejemplo, a la que se dirigió el juez Garzón, puso bastantes obstáculos a su investigación en las parroquias para la identificación de los fusilados y desaparecidos a partir del 18 de julio de 1936.

            Por supuesto que tendría que pedir perdón por su estrecha alianza con el Alzamiento y con la Dictadura, pero de momento se resiste a ello. Han estado bien en la dictadura y están bien como están en esta democracia cada día más reducida. Sin hacerse responsables de su participación en los crímenes y viviendo a lo grande en un Estado supuestamente aconfesional, en el que continúa vigente el Concordato Iglesia-Estado, y donde se mantienen sus privilegios económicos así como los rituales católicos oficiales,  que atentan contra la libertad de creencias. Siempre hablan de paz y convivencia, pero las muestras que la jerarquía eclesiástica ha dado, y sigue dando, de intolerancia y de fanatismo son incontables.

            No me sorprende en absoluto que la Conferencia Episcopal no haya condenado la dictadura franquista. Y ya va siendo hora. Para ello tendría que revisar su propia ejecutoria histórica y arrepentirse. Tendrían que renegar de valores de la dictadura que siguen sosteniendo en muchos campos, cambiar la mentalidad de la mayoría de sus obispos y las posiciones que mantienen respecto a diferentes temas de la vida pública. Por ejemplo, sus ideas sobre la homosexualidad, el sexo o el aborto son extremadamente reaccionarias.

¿No es cierto que además de en una severa crisis económica, nos encontramos en una brutal crisis ética? ( Y ¡cuidado! al que proteste se le apalea, se le insulta, se le multa administrativamente, se le lleva a comisaría, se le pisotea, se le demoniza…).

            Hay aumento claro de la represión, detenciones y malos tratos en las calles, nuevas medidas muy dañinas como la atribución de funciones a los vigilantes de seguridad, multas y sanciones económicas y, para colmo, el proyecto de ley “mordaza” de Gallardón para intentar acallar las voces y frenar la indignación creciente contra la corrupción, los recortes, los abusos de la banca o la prohibición del aborto libre.

            Hay que prepararse para conjurar estas nuevas barreras. En esta línea, ha nacido  recientemente un organismo unitario,  “Libres. Asamblea Cántabra por las Libertades y contra la Represión”, que contempla asesoramiento jurídico y la creación de una caja de resistencia para que la gente tenga una defensa y pueda seguir en la lucha.

¿No tiene la sensación de que quienes gobiernan intentan resucitar la oscuridad tenebrosa del Franquismo? (Lo digo porque un pacífico escrache es un acto violento, pero no es en absoluto violento echar de sus casas, trabajos, estudios, ilusiones a millones de personas; invitar forzosamente a la emigración a miles de jóvenes, condenar al paro de por vida a quienes tienen más de 50 años, impedir a las mujeres que decidan sobre la maternidad, fomentar la corrupción…La policía te puede apalear en cualquier sitio (Gamonal, Atocha, Plaza de Cataluña…) no pasa nada, la culpa es tuya, estabas muy bien en tu casita… Los jueces tardan años en procesar y abrir juicio a los corruptos y así prescriben los delitos de los poderosos… El acceso a la Universidad se ha convertido en algo muy difícil para la mayoría… Los hospitales de la red pública de Sanidad están siendo privatizados y entregados a empresas que anteponen el beneficio económico a la salud de la población…

            Efectivamente, están aprovechando la crisis para despojarnos de lo que hemos conseguido con enorme esfuerzo en derechos y servicios sociales públicos, a lo largo de muchos años. Lo que, para la inmensa mayoría, ya era un maltrecho estado de bienestar se ha venido abajo.

            Es intolerable que sean los más débiles quienes paguen los platos rotos mientras los oligarcas son subvencionados y continúan obteniendo ingentes beneficios a costa de la ruina de muchos. Resulta indignante que los políticos y los banqueros no hayan renunciado a privilegios ni se hayan bajado sus abusivos sueldos y que los corruptos no devuelvan el dinero robado y se mofen de nosotros en la cara. Se aumentan los impuestos y los precios, no se conceden créditos, se privatiza la sanidad para hacer negocio con ella, se retira la tarjeta sanitaria a los inmigrantes sin recursos, se recortan las libertades democráticas y se aprestan a encarcelar y a multar a quienes se resisten al expolio. Como elemento positivo, ha aumentado la resistencia y la desobediencia civil en nuestra región con el impulso de las “mareas” y la creación de activas Plataformas como la de los Afectados por la Hipoteca o la de Ciudadanía contra la Exclusión Sanitaria.

            Es verdad que esto no es una crisis, sino que es una estafa. Ante ella, os animo a seguir con las preguntas y la búsqueda de respuestas y a seguir en la brecha. Porque ya se sabe: Si luchas puedes perder, pero si no luchas, estás perdido. 

SOBRE MEMORIA HISTÓRICA Respuesta a los jóvenes (I)


            En el IES «Javier Orbe Cano» de Los Corrales de Buelna (Cantabria) celebran todos los años un encuentro muy especial, cuyo sugerente título « Aprender para saber vivir » ya dice bastante del contenido.

             El tema monográfico se prepara cuidadosamente por los profesores y los estudiantes de 2º curso de Bachillerato. Este año 2014, se ha dedicado a la Memoria Histórica. Tuve la oportunidad de participar en un acto presencial celebrado en el Instituto el 29 de enero, junto con Tino Andrés,  codirector del documental “Presos con causa 1936-1978” y Marta Peredo, militante antifranquista y feminista. Posteriormente, se nos solicitó la respuesta por escrito a un amplio Cuestionario, que constituía el material para un seminario realizado el 13 de febrero.

            Quiero darles mi más sincera enhorabuena a los estudiantes y a los profesores, Martín Alonso y Alberto Vicente, y también las gracias por ofrecerme la oportunidad de participar en una actividad tan interesante. Me parece fundamental que los jóvenes conozcan el pasado para entender mejor el presente.

Cuestionario de preguntas sobre Memoria Histórica realizadas por los alumnos de 2º de Bachillerato del IES “Javier Orbe Cano”

            En primer lugar, manifestar mi satisfacción por la extensión y el calado de las preguntas formuladas.
          En mis respuestas, he modificado parcialmente el orden original de las preguntas y he agrupado las que tienen más relación, con el fin de ofrecer una contestación unitaria y de síntesis.

¿Por qué es tan importante recuperar la Memoria Histórica?
¿Qué valor tiene aclarar estos problemas (Memoria Histórica) de cara al pasado, al presente y a las generaciones futuras?
¿Por qué la Ley de Memoria Histórica de 2007 (Gobierno Zapatero) no ha sido suficiente como afirma el colectivo memorialista?

            Creo que el derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas de la Guerra civil y de la Dictadura de Franco tiene enorme importancia. No sólo es un acto de justicia obligada para ellas, también para todos los ciudadanos demócratas. El silencio, el olvido, el enterrar la verdad atenta a la dignidad de todos y no edifica sobre bases firmes el futuro, porque concede impunidad a los crímenes, oculta sus razones y no saca las debidas conclusiones, todo lo cual puede ocasionar que se vuelvan a producir. Como se ha repetido tantas veces: quien no conoce u olvida su historia está condenado a repetirla. La historia la escriben quienes ganan el poder, pero también la hacen los derrotados. Buena parte de los avances de la sociedad se han conquistado gracias a su esfuerzo y sacrificio. Ignorarlo es falsificar la historia.

            Todos los españoles, también los jóvenes que sois el futuro, tenemos el derecho, incluso la obligación de conocer el pasado, en toda su profundidad y matices. No se nos puede arrebatar porque es nuestra historia común.

            En este sentido, la ley de Memoria Histórica  de 2007 (¡han tenido que transcurrir 68 años desde el fin de la Guerra Civil!) se ha quedado muy corta, porque no garantiza los derechos de reparación de las víctimas (ni siquiera acoge la exhumación de las fosas comunes) y tergiversa la verdad porque, como bien ha señalado la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, postula que la memoria de las víctimas es personal y familiar en lugar de contemplar que los delitos y crímenes del franquismo lo son contra toda la sociedad y los derechos humanos.

            La izquierda ha sido pusilánime, incluso cuando ha estado gobernando, ya que no ha sabido exigir los plenos derechos y la dignidad de las víctimas. ¿Esperan que no quede ningún testigo para contarlo? Felipe Matarranz, uno de nuestros soldados republicanos, ha cumplido ya los 98 años. Por cierto, su libro testimonio acaba de reeditarse: “Manuscrito de un superviviente”, Ahaztuak, 2013.

¿Qué le parece el proceso contra el juez Baltasar Garzón por intentar investigar los crímenes del Franquismo?
            Me parece  una ignominia para un país que se llama democrático.

           La expulsión de la carrera judicial de Baltasar Garzón  es el último eslabón de una actuación perversa del sistema. La dureza de la sentencia dictada contra él por las escuchas de la trama Gürtel creó cierta alarma social, debido a la identidad ultraderechista de los protagonistas de la demanda, Falange Española y Manos Limpias, y asimismo por las dudas razonables sobre la imparcialidad del Tribunal Supremo. Once años de inhabilitación es un castigo totalmente desproporcionado al supuesto delito. No les ha importado el descaro con que lo han tenido que hacer. Lo fundamental está conseguido: eliminar al único juez dispuesto a investigar sobre los crímenes del franquismo y aviso para navegantes en la persecución de los corruptos.

            Después de Garzón, hemos vivido el acoso al juez José Castro que investiga a la Infanta Cristina y la suspensión de sus funciones al juez Elpidio Silva por encarcelar a Miguel Blesa, cuyas retribuciones económicas como presidente de Caja Madrid alcanzaron cifras escandalosas. Asistimos estupefactos a la actuación de un fiscal anticorrupción, como Pedro Hordach, que, en lugar de investigar y acusar defiende y busca excusas inverosímiles para la Infanta Cristina,  y en la que los jueces valientes que levantan su voz son perseguidos y pasan a ser acusados o expulsados. El extravío de la documentación de la petición de indulto para  Garzón sólo añade sarcasmo a la situación que vive la judicatura española.

            Los ciudadanos debemos reaccionar y defender la independencia, la profesionalidad  y la libertad de los jueces.

 ¿Qué grado de conocimiento cree que tiene la opinión pública de las terribles consecuencias (desaparecidos, torturados, asesinados…) de la Guerra Civil Española?

            Creo que muy escaso. El pueblo español y las nuevas generaciones saben muy poco de la historia pasada. Por una parte, es la lógica consecuencia de la derrota de la República, la historia la han contado, salvo escasas líneas, los vencedores. Durante la Dictadura no se podía hablar de ello. Estaba prohibido. Por otra parte, en la Transición y debido a la “reforma democrática” ha habido durante muchos años un pacto de silencio. No hablar de los crímenes ni de las víctimas ha sido uno más de los elementos del pacto y el consenso entre las fuerzas que pactaron nuestra transición del fascismo a la recortada democracia actual. Desde mi punto de vista (y entre otros voces, la del Partido del Trabajo, en el que milité hasta su disolución en el año 1980), tanto el PSOE como el PCE cedieron demasiado terreno y firmaron sin la suficiente resistencia el borrón y cuenta nueva que se impuso en este ámbito.

            Así, la Ley de Amnistía de 1977, la cual supuso la ansiada liberación de los presos políticos del franquismo y la anulación de los numerosos procesos abiertos en la conquista de las libertades. Pero, en el mismo paquete, se incluyó la condonación y el indulto definitivos de todos los crímenes de la guerra, la posguerra y el franquismo. Otro hecho lamentable de esa aclamada Transición, cuyas negativas consecuencias ya empiezan a detectarse.

¿Se puede ser demócrata y justificar al mismo tiempo cuarenta años de Dictadura?

            Creo que la ecuación es de todo punto imposible.

¿Hay todavía en la actualidad un poso denso de Franquismo en la sociedad española?

            Por desgracia, creo que sí. A la vista está que se ignoran las voces que claman justicia y que no se ponen los medios para indagar la verdad.

             Y en la sociedad persiste mucho del franquismo. Entiendo por tal las actitudes autoritarias que dificultan o no propician el diálogo y el debate; que prefieren imponer a razonar; chillar y despotricar en lugar de escuchar. Personas que no defienden la libertad, la igualdad ni la justicia de todos y para todos.

            Se mantienen ideas retrógradas sobre la educación, la mujer, el sexo o la participación ciudadana en la vida pública. Mentalidades que predican la sumisión a la tradición y al poder despótico en lugar de rebelarse contra las ideas obsoletas y las leyes injustas. Hay mucha gente con ideas muy conservadoras, que desprecian al otro, que son racistas y xenófobas.

            Y, en general, somos ciudadanos poco participativos y preparados en el pensamiento crítico, en la creación de una opinión propia y razonada. Por eso, nuestra democracia es endeble y las ideas populistas hacen mella en la opinión pública. La gente es fácilmente manipulable, es víctima fácil de la demagogia. La televisión que tenemos es una escuela de deformación en este sentido. Hace verdaderos estragos. Vivimos en la sociedad de la mentira. Pero hay luces en las sombras: que se celebren debates como este vuestro del instituto resulta esperanzador.

¿Prescriben los crímenes de Guerra y los Crímenes de lesa Humanidad?

            Entiendo que según las últimas disposiciones de la legislación internacional, estos crímenes por su especial gravedad contra los derechos de la humanidad no prescriben nunca. Lo que pasa es que muchos países no suscriben los acuerdos o se saltan estas leyes  a la torera. En España vamos, como en todo, para atrás. El Gobierno prepara una ley para impedir que los jueces españoles puedan perseguir delitos fuera de nuestras fronteras, como es el caso del asesinato del periodista José Couso.

¿Por qué se recurre a las autoridades judiciales argentinas para investigar los crímenes cometidos en España entre 1936 y 1977? ¿Qué pasa con la Fiscalía española?

            La Ley de Amnistía de 1977 a la que antes me he referido tiene mucho que ver en este hecho, ya que decretó la impunidad para los torturadores y asesinos del franquismo. Habría que derogarla para avanzar. Casos tan escandalosos como la supuesta prescripción de las responsabilidades de Billy el Niño, uno de los mayores torturadores de la Brigada Político Social del franquismo, o que Emilio Hellín, miembro de Fuerza Nueva que asesinó a la joven Yolanda  González, colabore en la actualidad con los cuerpos policiales de alta seguridad dice mucho de cómo se ha mantenido el aparato represivo del estado franquista.
 
            En cuanto a la Fiscalía española es algo que me pregunto cada día. Su inactividad, su falta de persecución de los delitos y de la corrupción es algo muy notorio y alarmante en cuanto a la calidad de la justicia en España.