jueves, 20 de febrero de 2014

SOBRE MEMORIA HISTÓRICA Respuesta a los jóvenes (I)


            En el IES «Javier Orbe Cano» de Los Corrales de Buelna (Cantabria) celebran todos los años un encuentro muy especial, cuyo sugerente título « Aprender para saber vivir » ya dice bastante del contenido.

             El tema monográfico se prepara cuidadosamente por los profesores y los estudiantes de 2º curso de Bachillerato. Este año 2014, se ha dedicado a la Memoria Histórica. Tuve la oportunidad de participar en un acto presencial celebrado en el Instituto el 29 de enero, junto con Tino Andrés,  codirector del documental “Presos con causa 1936-1978” y Marta Peredo, militante antifranquista y feminista. Posteriormente, se nos solicitó la respuesta por escrito a un amplio Cuestionario, que constituía el material para un seminario realizado el 13 de febrero.

            Quiero darles mi más sincera enhorabuena a los estudiantes y a los profesores, Martín Alonso y Alberto Vicente, y también las gracias por ofrecerme la oportunidad de participar en una actividad tan interesante. Me parece fundamental que los jóvenes conozcan el pasado para entender mejor el presente.

Cuestionario de preguntas sobre Memoria Histórica realizadas por los alumnos de 2º de Bachillerato del IES “Javier Orbe Cano”

            En primer lugar, manifestar mi satisfacción por la extensión y el calado de las preguntas formuladas.
          En mis respuestas, he modificado parcialmente el orden original de las preguntas y he agrupado las que tienen más relación, con el fin de ofrecer una contestación unitaria y de síntesis.

¿Por qué es tan importante recuperar la Memoria Histórica?
¿Qué valor tiene aclarar estos problemas (Memoria Histórica) de cara al pasado, al presente y a las generaciones futuras?
¿Por qué la Ley de Memoria Histórica de 2007 (Gobierno Zapatero) no ha sido suficiente como afirma el colectivo memorialista?

            Creo que el derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas de la Guerra civil y de la Dictadura de Franco tiene enorme importancia. No sólo es un acto de justicia obligada para ellas, también para todos los ciudadanos demócratas. El silencio, el olvido, el enterrar la verdad atenta a la dignidad de todos y no edifica sobre bases firmes el futuro, porque concede impunidad a los crímenes, oculta sus razones y no saca las debidas conclusiones, todo lo cual puede ocasionar que se vuelvan a producir. Como se ha repetido tantas veces: quien no conoce u olvida su historia está condenado a repetirla. La historia la escriben quienes ganan el poder, pero también la hacen los derrotados. Buena parte de los avances de la sociedad se han conquistado gracias a su esfuerzo y sacrificio. Ignorarlo es falsificar la historia.

            Todos los españoles, también los jóvenes que sois el futuro, tenemos el derecho, incluso la obligación de conocer el pasado, en toda su profundidad y matices. No se nos puede arrebatar porque es nuestra historia común.

            En este sentido, la ley de Memoria Histórica  de 2007 (¡han tenido que transcurrir 68 años desde el fin de la Guerra Civil!) se ha quedado muy corta, porque no garantiza los derechos de reparación de las víctimas (ni siquiera acoge la exhumación de las fosas comunes) y tergiversa la verdad porque, como bien ha señalado la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, postula que la memoria de las víctimas es personal y familiar en lugar de contemplar que los delitos y crímenes del franquismo lo son contra toda la sociedad y los derechos humanos.

            La izquierda ha sido pusilánime, incluso cuando ha estado gobernando, ya que no ha sabido exigir los plenos derechos y la dignidad de las víctimas. ¿Esperan que no quede ningún testigo para contarlo? Felipe Matarranz, uno de nuestros soldados republicanos, ha cumplido ya los 98 años. Por cierto, su libro testimonio acaba de reeditarse: “Manuscrito de un superviviente”, Ahaztuak, 2013.

¿Qué le parece el proceso contra el juez Baltasar Garzón por intentar investigar los crímenes del Franquismo?
            Me parece  una ignominia para un país que se llama democrático.

           La expulsión de la carrera judicial de Baltasar Garzón  es el último eslabón de una actuación perversa del sistema. La dureza de la sentencia dictada contra él por las escuchas de la trama Gürtel creó cierta alarma social, debido a la identidad ultraderechista de los protagonistas de la demanda, Falange Española y Manos Limpias, y asimismo por las dudas razonables sobre la imparcialidad del Tribunal Supremo. Once años de inhabilitación es un castigo totalmente desproporcionado al supuesto delito. No les ha importado el descaro con que lo han tenido que hacer. Lo fundamental está conseguido: eliminar al único juez dispuesto a investigar sobre los crímenes del franquismo y aviso para navegantes en la persecución de los corruptos.

            Después de Garzón, hemos vivido el acoso al juez José Castro que investiga a la Infanta Cristina y la suspensión de sus funciones al juez Elpidio Silva por encarcelar a Miguel Blesa, cuyas retribuciones económicas como presidente de Caja Madrid alcanzaron cifras escandalosas. Asistimos estupefactos a la actuación de un fiscal anticorrupción, como Pedro Hordach, que, en lugar de investigar y acusar defiende y busca excusas inverosímiles para la Infanta Cristina,  y en la que los jueces valientes que levantan su voz son perseguidos y pasan a ser acusados o expulsados. El extravío de la documentación de la petición de indulto para  Garzón sólo añade sarcasmo a la situación que vive la judicatura española.

            Los ciudadanos debemos reaccionar y defender la independencia, la profesionalidad  y la libertad de los jueces.

 ¿Qué grado de conocimiento cree que tiene la opinión pública de las terribles consecuencias (desaparecidos, torturados, asesinados…) de la Guerra Civil Española?

            Creo que muy escaso. El pueblo español y las nuevas generaciones saben muy poco de la historia pasada. Por una parte, es la lógica consecuencia de la derrota de la República, la historia la han contado, salvo escasas líneas, los vencedores. Durante la Dictadura no se podía hablar de ello. Estaba prohibido. Por otra parte, en la Transición y debido a la “reforma democrática” ha habido durante muchos años un pacto de silencio. No hablar de los crímenes ni de las víctimas ha sido uno más de los elementos del pacto y el consenso entre las fuerzas que pactaron nuestra transición del fascismo a la recortada democracia actual. Desde mi punto de vista (y entre otros voces, la del Partido del Trabajo, en el que milité hasta su disolución en el año 1980), tanto el PSOE como el PCE cedieron demasiado terreno y firmaron sin la suficiente resistencia el borrón y cuenta nueva que se impuso en este ámbito.

            Así, la Ley de Amnistía de 1977, la cual supuso la ansiada liberación de los presos políticos del franquismo y la anulación de los numerosos procesos abiertos en la conquista de las libertades. Pero, en el mismo paquete, se incluyó la condonación y el indulto definitivos de todos los crímenes de la guerra, la posguerra y el franquismo. Otro hecho lamentable de esa aclamada Transición, cuyas negativas consecuencias ya empiezan a detectarse.

¿Se puede ser demócrata y justificar al mismo tiempo cuarenta años de Dictadura?

            Creo que la ecuación es de todo punto imposible.

¿Hay todavía en la actualidad un poso denso de Franquismo en la sociedad española?

            Por desgracia, creo que sí. A la vista está que se ignoran las voces que claman justicia y que no se ponen los medios para indagar la verdad.

             Y en la sociedad persiste mucho del franquismo. Entiendo por tal las actitudes autoritarias que dificultan o no propician el diálogo y el debate; que prefieren imponer a razonar; chillar y despotricar en lugar de escuchar. Personas que no defienden la libertad, la igualdad ni la justicia de todos y para todos.

            Se mantienen ideas retrógradas sobre la educación, la mujer, el sexo o la participación ciudadana en la vida pública. Mentalidades que predican la sumisión a la tradición y al poder despótico en lugar de rebelarse contra las ideas obsoletas y las leyes injustas. Hay mucha gente con ideas muy conservadoras, que desprecian al otro, que son racistas y xenófobas.

            Y, en general, somos ciudadanos poco participativos y preparados en el pensamiento crítico, en la creación de una opinión propia y razonada. Por eso, nuestra democracia es endeble y las ideas populistas hacen mella en la opinión pública. La gente es fácilmente manipulable, es víctima fácil de la demagogia. La televisión que tenemos es una escuela de deformación en este sentido. Hace verdaderos estragos. Vivimos en la sociedad de la mentira. Pero hay luces en las sombras: que se celebren debates como este vuestro del instituto resulta esperanzador.

¿Prescriben los crímenes de Guerra y los Crímenes de lesa Humanidad?

            Entiendo que según las últimas disposiciones de la legislación internacional, estos crímenes por su especial gravedad contra los derechos de la humanidad no prescriben nunca. Lo que pasa es que muchos países no suscriben los acuerdos o se saltan estas leyes  a la torera. En España vamos, como en todo, para atrás. El Gobierno prepara una ley para impedir que los jueces españoles puedan perseguir delitos fuera de nuestras fronteras, como es el caso del asesinato del periodista José Couso.

¿Por qué se recurre a las autoridades judiciales argentinas para investigar los crímenes cometidos en España entre 1936 y 1977? ¿Qué pasa con la Fiscalía española?

            La Ley de Amnistía de 1977 a la que antes me he referido tiene mucho que ver en este hecho, ya que decretó la impunidad para los torturadores y asesinos del franquismo. Habría que derogarla para avanzar. Casos tan escandalosos como la supuesta prescripción de las responsabilidades de Billy el Niño, uno de los mayores torturadores de la Brigada Político Social del franquismo, o que Emilio Hellín, miembro de Fuerza Nueva que asesinó a la joven Yolanda  González, colabore en la actualidad con los cuerpos policiales de alta seguridad dice mucho de cómo se ha mantenido el aparato represivo del estado franquista.
 
            En cuanto a la Fiscalía española es algo que me pregunto cada día. Su inactividad, su falta de persecución de los delitos y de la corrupción es algo muy notorio y alarmante en cuanto a la calidad de la justicia en España.


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