ABAD FACIOLINCE, Héctor El olvido que seremos, Seix Barral, 2007. ( BUC. Extrabuc LHgABA, H.)
Narra la lucha diaria de
un hombre vitalista, muy querido por todos; una persona íntegra, que se juega
la vida por la justicia, que está lleno de coraje y de miedo a la vez. La
conmoción ante el crimen y el dolor de la pérdida son tan grandes que su hijo tarda
20 años en poder escribir este libro, que concibe como una deuda en la que se
suman el amor, la admiración y el respeto.
Padre e hijo han
disfrutado de un fuerte vínculo y similares ideas, de modo que el relato es
conmovedor en el plano de los sentimientos y una buena crónica de la violencia
en este país castigado por unos y otros: militares y paramilitares, guerrilleros
y sicarios, gobernantes corruptos y criminales impunes.
Abad Faciolince, también
expulsado de la Universidad por un artículo irreverente contra el Papa, y
también amenazado de muerte, parece que ha heredado de su padre el miedo, pero
también la valentía necesaria para combatirlo. Lo dice él mismo. El miedo a los
que siguen ahí, a los que matan para que la verdad nunca se sepa, para
silenciar a los luchadores.
La siguiente cita textual expresa
la amargura ante la ignominia silenciada y la esperanza en las palabras como
único y último recurso:
“Sus asesinos siguen libres, cada día son más y más poderosos, y mis
manos no pueden combatirlos. Solamente mis dedos, hundiendo una tecla tras
otra, pueden decir la verdad y declarar la injusticia. Uso su misma arma: las palabras.
¿Para qué? Para nada: o para lo más simple y esencial: para que se sepa. Para
alargar su recuerdo un poco más, antes de que llegue el olvido definitivo.
(pág. 255) (…) “de mi papá aprendí algo que los
asesinos no saben hacer: a poner en palabras la verdad, para que ésta dure más
que su mentira. (pág. 259).
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