sábado, 21 de septiembre de 2013

WILLIAMS Jhon, Stoner

              Ediciones Baile del Sol, Tenerife, 2010 (BUC 820-3 WIL, J)

            Creo que es la mejor novela que he leído en los últimos años, debido a la fuerza de su personaje central, el interés de su trama y la maestría que consigue en la forma de contar. Fue publicada por primera vez en 1965. Como la crítica ha señalado repetidamente, resulta sorprendente que, a pesar de su calidad, sea tan poco conocida.

            Jhon Williams, narrador y poeta, nació en Texas (1922-1994), desempeñó varios empleos en prensa y radio, y se graduó en la universidad tras enrolarse en el ejército para participar en la Segunda guerra Mundial. Se doctoró en 1950 y ejerció como profesor universitario hasta su jubilación.

            La historia relata el drama de un hombre tímido y despreciado, débil y fuerte a la vez, que se enfrenta a sus decepciones y fracasos con tanta resignación como resistencia. El profesor William Stoner mantiene durante toda su vida su empeño y vocación contra las muchas dificultades y humillaciones en el ámbito personal y profesional. El amor al estudio, a la literatura y a las palabras le sostienen y le compensan del menosprecio de los colegas y de los sinsabores con los estudiantes, la crueldad de su esposa -otro personaje muy poderoso y extraño-, el sufrimiento por la separación de su hija o la renuncia a su amante. No hay épica en su conducta, sino el destello de la verdad de una vida, una radical humanidad que nos conmueve.

            El retrato de esta persona tan desgraciada muestra las costumbres de la moral provinciana y los valores de la ética protestante, pero sobre todo hurga sin pudor en las emociones y los ambientes para presentarnos discursos y escenas inolvidables en relación con la familia, el amor, la guerra, el sexo o las aulas. Cualquier universitario se sonreirá con más o menos amargura ante la descripción del clima de la universidad en algunas de sus relaciones de poder, insidias y falsedades. En este último tema, destacaría como episodio magistral el que se refiere al más que merecido suspenso a un alumno protegido y arrogante. La celebración del examen, junto a los posteriores sucesos en el departamento, es una pieza única. Con un estilo impecable y dominio de la ironía, se nos muestra la lucha de nuestro protagonista contra la manipulación y el chanchullo, su victoria moral y la consiguiente degradación académica. No faltan detalles inesperados en la tensión narrativa, como el gesto de dignidad de un compañero que parecía más conformista y cobarde de lo que era o la utilización perversa de la propia discapacidad física de otro en beneficio de su despotismo y vanidad.

            La cita recoge una muestra de su áspera relación matrimonial, y advierto que esto es sólo el principio: 

            “Al mes sabía que su matrimonio era un fracaso, al año dejó de esperar que mejorara. Aprendió a callar y no persistió en su amor. Si hablaba con ella o la tocaba con ternura, ella se apartaba de él retrayéndose y se quedaba muda, hierática, y durante días se sumergía en nuevos límites de agotamiento. Debido a una cabezonería no pactada que ambos compartían, dormían en la misma cama, a veces de noche, dormida, se movía sin darse cuenta hacia él. Y, entonces, su determinación y conocimiento se disolvían ante su amor y él se movía hacia ella. Si ella estaba lo suficientemente despierta se tensaba y se ponía rígida, moviendo la cabeza hacia un lado en un gesto familiar y enterrándola en la almohada, soportando la violación. En esas ocasiones, Stoner desempeñaba el acto amoroso tan rápido como podía, odiándose por las prisas y arrepentido de su pasión. Con menor frecuencia ella permanecía medio aturdida por el sueño, entonces era pasiva y murmuraba somnolienta, no sabía si protestando o sorprendida. Llegó a ansiar aquellos momentos extraños e impredecibles, ya que en aquella aquiescencia narcótica del sueño cabía engañarse con haber sido correspondido de algún modo. (pág. 70)

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