Los payasos iban
despertando las sonrisas en los pasillos silenciosos, iluminaban con sus
cuentos las caras pálidas de los niños enfermos y levantaban el ánimo de los padres
entristecidos. La risa es terapéutica, demostraron.
Una mañana,
sin pedir permiso, el payaso más atrevido se colocó debajo de la cama de un niño que
lloraba aterrado porque le iban a practicar una punción lumbar. Asomó su narizota
roja y su ternura cómica, mostrándole al pequeño una cajita: “¡Mira, mira, cómo
se esconde la araña! Ya verás, si estamos muy, muy quietos la vamos a engañar y
seguro que se asomará”. El niño quedó expectante y no se movió más, por ello no
sintió ningún dolor. A partir de aquel día, los médicos y las enfermeras reclamaron
la presencia imprescindible de los Payasos de Hospital. Y de una labor de
voluntariado, iniciada en 1998 y apuntalada en la pura generosidad, se pasó en
el Hospital Virgen de la Arrixaca a la consolidación de un nuevo recurso
sanitario. Como en Murcia, ocurrió en muchas otras ciudades.
Así comenzó
la función, pero eso no fue todo. De la misma imaginación creadora y solidaria nació
un nuevo cuento: Érase una vez un niño ciego que veía los colores, una niña
sorda que escuchaba las voces, un joven paralítico que tenía reservado el mejor
lugar de la platea. Érase una vez un teatro destinado a la infancia, concebido,
desde la primera piedra, para que al mismo puedan asistir, también, los niños enfermos
y los que viven cualquier discapacidad. Un centro para disfrutar el teatro sin
discriminación, desde la butaca, la silla de ruedas o la camilla, en el que los
espectáculos son audiodescritos e interpretados en lengua de signos.
Durante una
larga travesía de siete años (desde el 2003 hasta el 2010), estos locos Payasos
de Hospital hablaron con todos los amigos y profesionales a su alcance, recorrieron
sedes institucionales y visitaron los despachos de empresarios y banqueros.
Mucha ilusión y talento, montañas de tenacidad, fe en las posibilidades del
proyecto y en la sensibilidad de la gente, alegría de vivir.
El sueño se
hizo realidad y se llama Centro Escénico Infantil y Juvenil “Pupaclown”. Es un
edificio precioso, azul y rosa, que alberga un gran espacio dedicado a talleres
y una espléndida sala semicircular con 300 sillas de colores bajo una cúpula
tachonada de estrellas. No existen obstáculos ni escaleras, se accede mediante
suaves rampas, todo está cuidado y pensado hasta el mínimo detalle. Está
situado en el Barrio de San Basilio de la capital murciana y hasta el nombre de
la calle le viene al pelo: Federico García Lorca.
Allí se
dejan el alma cada día, Pepa, Alfonso y otros estupendos actores y actrices
profesionales, dirigidos por Juan Pedro Romera, a quien conozco hace una friolera
de años (cuando inicié mi investigación en el teatro infantil), y cuya estela
sigo desde entonces, porque su trabajo como dramaturgo, director de escena y
actor destila calidad y revela un profundo respeto por los niños. “Pupaclown”
ofrece una variada programación seis días a la semana, ahí es nada, en la que
participan las mejores compañías de España y algunas extranjeras que se dedican
a este público tan exigente como sincero.
Hay mucha
inteligencia, pasión e ideas originales. Han creado un Banco Solidario para que
podamos regalar medios y entradas a niños sin recursos, diseñan divertidos programas
de mano con lenguaje poético y han iniciado talleres integrales de artes
escénicas para niños y niñas discapacitados visuales, auditivos, motóricos y
sin discapacidad alguna, en los que ellos mismos inventan la historia,
construyen la escenografía y vestuario, incorporan los medios audiovisuales y,
finalmente, la interpretan en una representación pública. Dorothy Heathcote, sin
duda, se conmovería al leer esto.
Este Centro
es un vigoroso árbol de emociones colectivas que regala equilibrio y felicidad.
Esta primavera he hablado de ello con un colega catedrático de la Universidad
de Murcia y hemos coincidido en las enormes posibilidades que ofrece para los
profesores y los estudiantes de la Facultad de Educación en los campos de la
docencia y de la investigación. Ojalá, no tardando mucho, se establezcan
vínculos flexibles y creativos sumando las energías que, a pesar de los injustos
recortes ministeriales, subsisten en el mundo de la educación y del arte en
beneficio de los chavales y de todos nosotros.
Lo más
difícil ya está conseguido. ¡Ciao, teatro!, como diría Franco Passatore.
Web: www.pupaclown.org info@pupaclown.org T. 968 93 23 11
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